Comentarios sobre Santa Teresa de Jesús en clave de Género

Quiero compartir por este medio, el trabajo personal del:

 

  1. Curso on-line Teresa de Jesús, narradora de su propia experiencia. Relectura del libro de la Vida
  2. Curso on-line Teresa de Jesús, Amiga de Dios que genera y acompaña comunidades orantes. Relectura Camino de Perfección. Este último lo estoy comenzando, por lo tanto iré colgando los escritos en cuanto los tenga.
  3. Aporte a la reflexión sobre la LETRILLA, iniciativa del Equipo General V Centenario.

 

La clave de lectura que he elegido es la perspectiva de género y el feminismo. Sé que hay trabajos mucho más profundos y extensos, en los cuales me apoyo, pero el esfuerzo es valido por cuanto es "mi ejercicio interpretativo", desde mi proceso personal y mi re-elaboración. Por supuesto que uso marcos y referentes que se usan en los espacios de construcción de género y feminismo, allí me sitúo.

 

Si quieres puedes comentar alguno de mis escritos, hacer preguntas, aportar desde tu propia experiencia, sentir y pensar. Te lo agradecería. Un abrazo sororo.

mar

29

jul

2014

¡DIOS NO SE MUDA, PERMANECE!

Por Nancy Olaya Monsalve

Creo con toda certeza que Santa Teresa no desvalorizó el sentido cambiante de la existencia. Todos sus escritos son testimonios de ‘algo’ que estaba pasando en ella y en su entorno. Reconoció lo provisional y transitorio, pero también ‘algo’ (alguien) en permanente devenir. Desde esta perspectiva deseo hacer algunos comentarios de la frase “Dios no se muda” sin oponerla a la anterior “Todo se pasa”. Son dos expresiones que se entrelazan y configuran a pesar de su aparente naturaleza paradójica. Hoy en día aceptamos la concepción de un mundo conformado por parejas de contrarios y complementarios. Podemos decir que Teresa de Jesús nos habla de la relación existente entre cambio y permanencia, entre lo temporal y lo eterno, entre presencia y ausencia de un Dios que acontece, se mueve y permanece en el acontecer mismo.

Dios no se muda”, persiste como Alguien” que mantiene la vida, aún en lo frágil y pequeño. Asumiendo que la autoría de la letrilla es teresiana, debe ser leída desde su experiencia de Dios. Para Teresa, Dios es misterio de gracia, hacedor de “mercedes[1], se comunica haciendo, aconteciendo y morando. Aún más, este Dios se implica en el sufrimiento del mundo; permite que el dolor y la angustia de sus creaturas le aflijan, le turben[2] y toma partido: “Con tan buen amigo presente… que se puso primero en el padecer, todo se puede sufrir; es ayuda y da esfuerzo; nunca falta; es amigo verdadero” (Vida 22,6). Dios no se mudanos comunica un tipo de movimiento esperanzado, más allá de lo posible. La Santa lo llevaba en su libro de liturgia, y hoy, lo rezamos y llevamos consigo muchas personas, a quienes nos alcanza su magnetismo.

Dios no se muda”, persiste como Alguien piadoso que acompaña y libera del mal. Ray Loriga, director y guionista de la película “TERESA, CUERPO DE CRISTO”, introduce acertadamente el texto de la letrilla en uno de los momentos en que Teresa está padeciendo una de las más crudas y violentas persecuciones. Ella experimenta el mal en su vida, mal no elegido y a veces asumido como destino[3], pero así mismo, intuido como absurdo y contrario a la voluntad de Dios. Sus escritos revelan importantes intuiciones sobre las estructuras que, en nombre de Dios, mantienen en situación de abatimiento a las mujeres[4]. Dios no se mudaes la fe inquebrantable de una mujer que sabe que su vida es sagrada en su totalidad, es sostenida por Alguien cuando sus fuerzas no alcanzan: “Muchas veces he pensado, espantada de la gran bondad de Dios, y regaládose mi alma de ver su gran magnificencia y misericordia… Por ruines e imperfectas que fuesen mis obras, este Señor mío las iba mejorando y perfeccionando y dando valor” (Vida 4:10).

Dios no se muda”, persiste en el devenir del tiempo, en lo provisional y temporal. Teresa nos invita a concebir nuestra vida imbuida en un movimiento más grande que trasciende los ‘antes’ y los ‘después’. Desde esta perspectiva, no es tan importante el momento en el que nos encontramos, como el que nos hallemos en movimiento. Esta forma de situarnos nos ayuda a dejar a los demás en su camino donde sea que se hallen, y nos hace humildes y sin pretensiones; por otra parte nos introduce en una manera diferente de experimentar el tiempo y de concebirlo más allá de nuestra vida presente. Dios no se mudaes dejarse enseñar, como Ella, por la vida, la experiencia, cada instante y entrar en sintonía con el acontecer divino: “Dos horas son de vida, grandísimo el premio” (Camino 2,7).

TODO POR JESÚS


[1]     (Vida 1,8; 4,7; 4,11; 6,4; 7,3; 7,18; 8,8; 9,10) (CV 10,1; 16,10; CE 14,1; 26,3; 55,5; 8,1)… etc.

[2]     (Vida 8,6; 22,6; 37:8), (Camino 3,8; 27,2) 36,2); (MeditCant 4,10) a la manera del Dios bíblico y separándose del Dios Teísta (Is 16,9), (Is 42,14), (Jer 48,31.36), (Jue 2,18), (Ex 3,7-8), (Sab 10,15-19)… etc.

[3]    (Vida 10,8; 11:6), (MeditCant 2,23), (CARTAS 82,1)… etc.

[4]     (Vida 21,5; 23,2; 33,1; 36,19), (Camino 3,7; 21,2)… etc

25 comentarios

mié

01

ene

2014

La oración, un camino para recordar QUIÉN SOY

Por Nancy Olaya Monsalve

 

“¿No es pequeña confusión que por nuestra culpa no sepamos quién somos?” (1M 1,2)

Ninguna persona quiere vivir sin sentido ¡estoy segura! Creo que todo ser humano desea contestar la cuestión ¿QUIEN SOY? que en mi opinión, viene a ser lo mismo que lograr conectar con la propia “alma” y con su objetivo vital en el mundo. Es aquí donde Santa Teresa de Jesús nos brinda su considerable aporte. La tarea de la vida radica en alcanzar y permanecer conectado/a con el “alma” o “centro”, y expresarlo sean cuales fueren las circunstancias en las que nos encontramos (el trabajo anterior presenta aspectos del ambiente que le tocó vivir a la Santa).

Sería gran ignorancia, que preguntasen a uno quién es y no se conociese ni supiese quién fue su padre ni su madre ni de qué tierraQué bienes puede haber en esta alma o quién está dentro o el gran valor de ella, pocas veces lo consideramos” (1M 1,2)

En este proceso de descubrir quiénes somos, Teresa nos dice que se atraviesa inexorablemente por las dimensiones corporales, espaciales y temporales, pues “tenemos cuerpo” (Vida 22,10) y además tenemos raíces: ascendencia, padres, parientes y tierra (Cfr. 1M 1,2). Pero al mismo tiempo, nos llama a ir más allá del “engaste o cerca, que son estos cuerpos” (1 M 1,2) para conocer y entrar en contacto con esa dimensión profunda, nuclear y esencial de nuestro ser personal arraigado en lo divino. Para ella la vida consiste en desarrollar nuestras facultades más elevadas y unirnos con Dios que nos vive desde dentro, pero a la vez está fuera, en las demás personas, en la naturaleza y en el cosmos.

“En ninguna manera podía dudar que estaba dentro de mí, o yo toda engolfada en Él” (Vida 10,1)

 

Frente al mito de un mundo separado, de creaturas desconectadas entre sí y con su creador, Teresa nos asombra con una palabra que nos habla de interconexión permanente con lo divino y por lo tanto con las personas y la creación. Es una voz esperanzadora y liberadora del miedo que produce sentirnos separadas/os. Miedo es lo opuesto al amor que conecta y une. Dios está en todas partes y en todo. La presencia divina es individual y única en cada persona, pero al mismo tiempo la experimentamos en toda creatura, en el cosmos, y ello nos produce un sentimiento de seguridad y arraigo.

Ahora bien, esta conexión o relación es DON y TAREA. No se logra ‘per se’. Requiere inteligencia, voluntad, amor y ejercicio.  Si aspiramos a ser, comprender y expresar la propia “alma” o nuestra más genuina esencia, debemos alinear nuestras opciones y acciones cotidianas con este anhelo. Santa Teresa de Jesús, nos revela un camino, una llave, una puerta para conseguirlo: ¡LA ORACIÓN!

Vamos a caminar al hilo de algunos de los textos de Camino de Perfección, enlazados y tejidos desde mi propia experiencia espiritual.

LA ORACIÓN, UN CAMINO PARA RECORDAR QUIEN SOY- PROYECTO VITAL

En este tiempo vinieron a mi noticia los daños de Francia y el estrago que habían hecho estos luteranos” (C 1,2)

Teresa de Jesús vuelve a enraizar en las dimensiones físicas, su proyecto vital. Como hija de su tiempo y con su falta de conocimiento del protestantismo, no tenía forma de liberarse de los prejuicios existentes.

Toda mi ansia era, y aún es, que pues tiene tantos enemigos y tan pocos amigos, que ésos fuesen buenos, determiné a hacer eso poquito que era en mí, que es seguir los consejos evangélicos con toda la perfección que yo pudiese”  (C 1,2)

Como ya sabemos, ella se implicó activamente en una especie de movimiento apocalíptico que cundió en el ambiente. Pero contrario a lo que pensaríamos, ella no buscó la conversión de los protestantes, de los “otros”, los “separados”, los “malos” (muchas veces es primer objetivo de las iglesias, incluyendo la católica); Santa Teresa optó por iniciar la reforma de sí, de su orden y de la Iglesia católica. Su negocio esencial y principal fue la conversión propia, la de los cristianos, los católicos, incluyendo las jerarquías eclesiásticas. Así introduce su motivación: “De la causa que me movió a hacer con tanta estrechura este monasterio” (Introducción a Camino 1).

Estáse ardiendo el mundo… no es tiempo de tratar con Dios negocios de poca importancia” (C 1,5)

 

También hoy “arde el mundo” y los cristianos no podemos seguir con el “negocio de poca importancia y muchas veces pestilente” del separatismo y la rivalidad. El asunto de gran importancia, desde nuestro carisma teresiano, es y será, asumir con “magnanimidad y fortaleza una educación que colabore a la elevación moral de la humanidad, a la creación de una cultura de paz, que desde el conocimiento propio vaya a la raíz de los conflictos, la identificación de las causas de la violencia, la justa satisfacción de las necesidades de todos/as, el perdón y la reconciliación[1].

 

Que siendo tales… y que todas ocupadas en oración… ayudásemos en lo que pudiésemos a este Señor mío” (C 1,2).

 

Educamos Educándonos[2] es la mística de nuestra educación, por lo tanto y al mejor estilo teresiano debemos emprender cada una y cada uno la propia “reforma” de vida, entendida ésta como la transformación personal, o mejor dicho, como la conexión con aquello que SOMOS, conexión con nuestra “alma”, y permitir que esa esencia interna se exteriorice. Las energías o las realidades que surgen de nuestro “centro” dan lugar a grandes emprendimientos, como el que promovió Santa Teresa de Jesús.

Procuremos ser tales que valgan nuestras oraciones para ayudar” (C 3,2).

Teresa señala que lo más importante, lo esencial y principal en el camino de la ORACIÓN, no es el acto en sí mismo, sino el proceso que desencadena la oración. La oración transforma la vida del orante, pero al mismo tiempo, la vida misma modifica y determina la oración. Es así como la vida adquiere sentido y propósito y la oración ayuda a vivir desde la VERDAD sin traicionarse si mismo/a. ¿Cómo nos apartamos de nuestra esencia, de nuestra verdad original?

Y como me vi mujer y ruin e imposibilitada de aprovechar en lo que yo quisiera en el servicio del Señor”  (C 1,2)

Durante el proceso de socialización e individuación, la conexión con nuestra “alma” se va perdiendo poco a poco. Los llamados de nuestra esencia son suplantados por las voces paternas, la familia, los adultos significativos y en general por las costumbres y creencias de la cultura social reinante. Las personas (sobre todo mujeres en sistemas androcéntricos) tememos no encajar en el molde, no ser aceptadas y ser apartadas.

No penséis que por no andar a contentar a los del mundo os ha de faltar de comer… jamás por artificios humanos pretendáis sustentaros… Los ojos en vuestro Esposo, Él os ha de sustentar”  (C 2,1)

Por lo tanto, nos vemos forzadas/os a producir una especie de máscara. Con ella, tratamos de expresar quien somos de una forma que sea aceptable para la sociedad y los grupos en la que vivimos. Presentamos nuestra máscara según lo que esos sistemas prescriben como correcto, bueno y aceptable.

Con la máscara nos relacionamos con las otras personas, nos vinculamos a ellas, pero nos desconectamos con nuestra esencia más profunda. Teresa supo de máscaras y supo de “no encajar” en la cuadricula. También supo de la libertad que ofrece el abandonar el afán patológico de contentar y gustar a los demás y vivir desde el “centro”, desde la conexión con Dios, vivir desde la oración.

Por su mandamiento venimos aquí; verdaderas son sus palabras, no pueden faltar; antes faltarán los cielos y la tierra. No le faltemos nosotras…”  (C 2,2)

Teresa de Jesús encontró la forma de recordar QUIÉN ES, de lograr vivir el propósito vital y de sentirse segura y digna. Viviendo desde sus máscaras nunca logró la sensación interna de seguridad y estima que tanto se esforzó por alcanzar.  Encontró la forma de conocer sus anhelos más profundos, sus sueños más hondos, y en ellos descubrió quién es, y su tarea en la historia y la Iglesia.

cuando vuestras oraciones y deseos y disciplinas y ayunos no se emplearen por esto que he dicho, pensad que no hacéis ni cumplís el fin para que aquí os juntó el Señor”  (C 3,10)

Teresa de Jesús vivió la oración como un ejercicio que implica reconocer su sistema de defensa (máscara) y liberarse de todo aquello que nos desconecta de nuestro proyecto vital y de aquella parte de nosotras/os que está religada con Dios. Ella se experimentó llena de sabiduría, amor y valor. En la oración recibió el don de vivir en verdad, comunión y la autoconsciencia clara.

GLOSANDO LO QUE PARA SANTA TERESA ES LA ORACIÓN

Gran bien[3] hace Dios a un “alma” cuando la dispone para tener oración con voluntad (8,4).

Quién se ejercita en oración mental, tiene un gran bien, así lo han escrito muchos santos y santas (8,4).

Quien no ha comenzado oración, no carezca de tanto bien. No hay aquí que temer sino que desear (8,4).

Oración mental es tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama (8,5).

Dios va regalando, sufriendo y esperando a que nos hagamos a su condición. Al buscar su amistad y fiarnos de Él, sustenta la vida [4] del cuerpo con mas salud y la da al “alma” (8,6).

Los bienes (joyas-tesoro) que recibidos en gratuidad en la oración nos despiertan a amar y servir humildemente (10,4).

Dejar emerger la fuerza del “alma” (bienes), la riqueza recibida como rico, para aprovechamiento a sí y a los demás (10,6).

Determinarnos a seguir camino de oración es convertirnos en servidores del amor, nunca más del temor (11,1).

TODO POR JESÚS



[1]     Propuesta Educativa Teresiana, Marco Operativo ‘EDUCACIÓN’ #5.

[2]     Ibíd. ‘EDUCACIÓN’ #2, #4, Líneas Maestras y Mística de la Educación Teresiana.

[3]   El bien siempre es concreto: Se compone de habilidades, sentimientos, valores, creencias, cooperación y progreso humano, pero a la vez tiende a una bondad que está más allá de los desencantos, límites e imperfección. Desde Dios podemos conocer y hacer lo verdaderamente bueno y valioso, no solo lo que nos agrada (Tomado de METODO TEOLÓGICO de Bernard Lonergan.

 

[4]    La vida en todas sus dimensiones y expresiones.  He venido para que tengan vida en abundancia” Jesucristo.  

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lun

25

nov

2013

“Teresa de Jesús, amiga de Dios y de una nueva forma de relacionarnos”

Por Nancy del Socorro Olaya Monsalve

Querría dar voces y disputar, con ser la que soy” (CE 37,2)

En general, las mujeres hemos sido educadas para aceptar la opresión y el abuso. Por fortuna y cada vez más, muchas de nosotras podemos hacer memoria de cuándo y cómo rompimos el silencio. Teresa de Jesús experimentó (como nosotras), el contraste entre el sufrimiento que genera el sexismo patriarcal y la conciencia de la propia dignidad; y lo más asombroso, se implicó en la  búsqueda tanto en la acción como en el discurso, de formas alternativas de espiritualidad y relacionalidad. La renuncia a la inteligencia no tuvo lugar en su ideal de vida religiosa, usó su capacidad intelectual para hacer inteligible su conducta y su proyecto. Iré señalando y comentando algunos textos en los que encuentro estas dinámicas y que además, resuenan en mi propia experiencia.

No hacer caso de los inconvenientes que el demonio pone para comenzar” (Título del Capítulo 35)

Teresa participa de la demonología de su tiempo, aunque con importantes disidencias. Ella rechaza el ancestral mito que representa a las mujeres como víctimas, aliadas o encarnación del demonio. Con inteligencia y buen juicio enfoca la mirada hacia otros: “Quien os dijere que éste es peligro, tenedle a él por el mismo peligro y huid de él… camino de oración camino de peligro, nunca Dios tal quiera. El demonio parece ha inventado poner estos miedos, y así ha sido mañoso a hacer caer a alguno que llevaba este camino” (CE 36,3). Y hace ver que en estos otros (varones e instituciones de varones) el demonio actúa. Nos encontramos pues, con una mujer espiritual y profeta que denuncia interpretaciones teológicas peligrosas y opresivas; estos otros, pueden ser instrumentos perversos al servicio del Diablo.

 

Esta demonología es eficaz, pues genera miedo[1]; las mujeres temen no encajar en el molde y por ello no ser aceptadas por los varones, ni reconocidas por las mujeres. Pero sobre todo, temen profundamente verse separadas de Dios o abandonadas por Él: “No os espantéis, hijas, que es camino real para el cielo… Importa mucho y el todo, una grande y muy determinada determinación de no parar… venga lo que viniere… murmure quien murmurare; como muchas veces acaece con decir: «hay peligros», «fulana por aquí se perdió», «no es para mujeres, que les vienen ilusiones», «mejor será que hilen», «no ha menester esas delicadeces», «basta el Paternóster y Avemaría.” (CE 35,1-2). Teresa deconstruye una teoría que mantiene la alienación de las mujeres. Poco a poco su miedo se va transformando en libertad: “Se me quitaron todos los miedos que solía tener, hasta hoy… antes me parecía ellos me le habían a mí. Quedóme un señorío contra ellos, bien dado del Señor de todos, que no se me da más de ellos que de moscas” (Vida 25,20).

  

En los textos percibo claramente que la Santa se distancia de la teología judeo-cristiana que elaboró una imagen diabólica de la mujer a partir del mito de la caída; y que presenta conscientemente, una imagen femenina deseosa de inteligencia, conocimiento y discernimiento, llamada a comer del árbol del conocer el bien y el mal, a fin de poder adquirir palabra propia y hacer posible un espacio interhumano para la convivencia de varones y mujeres como iguales: “No hallo yo cosa con qué comparar la gran hermosura de un alma (mujer-varón) y la gran capacidad” (Moradas 1,1). Las mujeres somos radicalmente buenas. Nuestra bondad descansa en el misterio absoluto, fuente y bendición de todo lo que es femenino y masculino.

“Él mismo dice que nos crió a su imagen y semejanza” (Moradas 1,1)

Teresa de Jesús, mujer espiritual, adopta una  postura clara y crítica frente al tema de vida espiritual, particularmente de la oración mental y la contemplación. Pero a la vez, se la percibe conciliadora, amorosa y sin resentimiento, aun cuando sus opciones la colocan en el ojo del huracán: “Comenzó la murmuración y persecución de golpe, y - a mi parecer - con mucha causa; y así no tomaba con nadie enemistad, sino suplicábaos a Vos miraseis la razón que tenían. Decían que me quería hacer santa y que inventaba novedades… Así que sin culpa suya me culpaban; no digo eran sólo monjas, sino otras personas; descubríanme verdades, porque lo permitíais Vos” (Vida 19,8).

  

En todas las épocas las mujeres hemos desempeñado el papel de guardianas del orden patriarcal dentro de las instituciones, incluso hemos llegado a considerar como benévolos y plausibles medios ilícitos de obediencia, control y abuso. También aquí toma distancia: “En casa de una priora amiga de penitencia… por aquí llevaba a todas. Acaecíales darse (disciplina) de una vez todo el convento siete salmos penitenciales, con oraciones... Así si la priora se embebe en oración, allí tiene todo el convento, cuando sería mejor que se fuesen a dormir… Esto de la mortificación importa muy mucho… adviertan en ello las preladas, que es cosa muy importante la discreción y conocer los talentos” (Fundaciones 18,7) [2]. Teresa exhorta a las preladas a tratar a sus hermanas como personas, individuas y racionales. Desde su experiencia, sabe que la conversión incluye el cambio de mentalidad, es decir, de conversión intelectual: “Parecerles que para esto no es menester entendimiento, y engáñanse; que los habrá que primero que vengan a entender la perfección, y aun el espíritu de nuestra Regla, pase harto, y quizá serán éstas después las más santas” (Fundaciones 18,8).

 

Ahora bien, la Santa pone en evidencia que el discurso universal sobre la igualdad de los seres humanos es rebatido específicamente desde la desigualdad histórica y cultural. Ella sabe de las luchas internas y externas para vivir como humana en una sociedad en la que los varones tienen la última palabra; y encuentra en la escritura un medio para vencer el miedo, lo irracional y opresivo: “Ningún caso hagáis de los miedos que os pusieren ni de los peligros que os pintaren. ¡Donosa cosa es que quiera yo ir por un camino… sin peligros, y a ganar un gran tesoro!... -dice el Señor que lo ganan los esforzados-… ¿qué peligros? ¡Oh hijas mías!, que muchos más sin comparación, sino que no los entienden hasta dar de ojos en el verdadero peligro, cuando no hay quien les dé la mano por ventura, y pierden del todo el agua sin beber poca ni mucha ni de charco ni de arroyo” (CE 36,5)[3]. Claramente reivindica el derecho de la mujer a la práctica espiritual plena: Mujeres y varones, son creaturas de Dios y hechas para la relación íntima con Él, ‘no existe ninguna razón teológica o antropológica que fundamente la exclusión de genios virtuosos y fuertes, aunque sean de mujeres (Cfr. CE 4, 1).

 “He visto claro que por esta puerta hemos de entrar” (Vida 22,6)

Finalmente termino afirmando que Teresa de Jesús es una apasionada del JESÚS HISTÓRICO. Para ella no es un tema entre otros ni es una simple curiosidad intelectual. En sentido literal, es el fundamento de su vida espiritual: “Así que vuestra merced, señor, no quiera otro camino, aunque esté en la cumbre de contemplación. Por aquí va seguro. Este Señor nuestro es por quien nos vienen todos los bienes; Él lo enseñará. Mirando su vida, es el mejor dechado” (Vida 22:7). Teresa enseña una espiritualidad contrastada con la vida de Jesús de Nazareth y así evitar graves deformaciones[4]. Esta situación no nos es ajena; hoy es preocupante y lamentable la confusión que generan tantas obras culturales en las que se nos presenta un Jesús fantástico, irreal, extraterrestre, de ciencia ficción, celeste. El Jesús de Teresa es humano, encarnado.

 

Por eso procuró para sí y para sus hermanas, el trato con personas con buena formación teológica: “No digo que no traten con letrados, porque espíritu que no vaya comenzado en verdad, yo más le querría sin oración, y es gran cosa letras, porque éstas nos enseñan a los que poco sabemos y nos dan luz, y llegados a verdades de la Sagrada Escritura, hacemos lo que debemos. De devociones a bobas nos libre Dios” (Vida 13:16)[5]. Con Teresa, damos lugar al estudio y al conocimiento, en intrínseca combinación con el deseo, la voluntad y por supuesto, el AMOR.

“Pues quiero concluir con esto, que siempre que se piense de Cristo, nos acordemos del amor con que nos hizo tantas mercedes” (Vida 22,14)

 


[1]     La cita famosa: “No entiendo estos miedos: ¡demonio!, ¡demonio!, a donde podemos decir: ¡Dios!, ¡Dios!, y hacerle temblar. Sí, que ya sabemos que no se puede menear si el Señor no lo permite… tengo ya más miedo a los que tan grande le tienen al demonio que a él mismo; porque él no me puede hacer nada, y estotros, en especial si son confesores, inquietan mucho”(Vida 25,22)

[2]     En otro lugar: “Hay diferentes talentos y virtudes en las preladas: La que está muy mortificada, parécele fácil cualquiera cosa que mande para doblar la voluntad... Más las preladas han de mirar que no las ponen allí para que escojan el camino a su gusto… y considerar que esto de mortificación no es de obligación... vayan ayudando a cada una, según el talento les da Dios de entendimiento y el espíritu” (Fundaciones 18,6.8).

[3]     Insiste: “Todos caminamos para esta fuente, aunque de diferentes maneras. Pues creedme vosotras y no os engañe nadie en mostraros otro camino sino el de la oración” (CE 36,6).

[4]     En otra parte: “Cuando Dios quiere suspender todas las potencias… se quita esta presencia… Dichosa tal pérdida, que es para gozar más de lo que nos parece se pierde; porque entonces se emplea el alma toda en amar a quien el entendimiento ha trabajado [en] conocer, y ama lo que no comprendió y goza de lo que no pudiera tan bien gozar... Más que nosotros de maña y con cuidado nos acostumbremos a no procurar con todas nuestras fuerzas traer delante siempre esta sacratísima Humanidad, no me parece bien. Es gran cosa, mientras vivimos y somos humanos, traerle humano... Esta motita de poca humildad… para querer aprovechar en la contemplación hace mucho daño (Vida 22:9)

[5]     “Tengo para mí que persona de oración que trate con letrados, si ella no se quiere engañar, no la engañará el demonio con ilusiones; porque creo temen en gran manera las letras humildes y virtuosas (Vida 13:18).

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lun

21

nov

2011

TERESA DE JESÚS NARRADORA de su lucha contra sus miedos a hacerse cargo de sí misma

Por Nancy Olaya Monsalve


Hay que saber leer eso de “es otro libro de aquí en adelante, otra vida nueva” (V 23,1). La misma Teresa sabe que lo que está viviendo cuando esto narra, está determinado por lo que vivió atrás; también que en esta “otra vida” ella se implicó toda entera, sabiéndose imagen y semejanza de Dios/a. Lo contrario sería una vida de marioneta y ni esa es Teresa, ni ese es el Dios que testimonia Teresa. En relación con lo dicho, está esa otra expresión: “Sea el Señor alabado que me libró de mí” (V 23,1) ¿De qué la libró? Pues bien, ésta es prácticamente la línea argumentativa que me orientará en este último trabajo y que inevitablemente, contiene elementos autobiográficos.

 

Por causa del sexo, a las mujeres se nos ha prohibido hacer, pensar y sentir. Por la misma razón se ha pretendido despojarnos de nuestro libre albedrio, es decir, de la capacidad para orientar nuestras vidas de forma que responda a nuestros valores, creencias, talentos y a la comprensión que tenemos de nosotras mismas. Toda esta historia pesa sobre cada una y sobre todas, en ella si sitúa irremediablemente el camino de discernimiento que vivió Teresa: “Yo, como en estos tiempos habían acaecido grandes ilusiones en mujeres y engaños que las había hecho el demonio, comencé a temer (V 23,2). Fuimos educadas en el temor y no estoy hablando de un problema filosófico, hablo de ese miedo a existir como individuas, separadas de los otros/as: “Pues estándome sola, sin tener una persona con quien descansar, ni podía rezar ni leer, sino como persona espantada de tanta tribulación y temor de si me había de engañar el demonio, toda alborotada y fatigada, sin saber qué hacer de mí” (V 25,17). En esas idas y vueltas, aprendió a “hacer de mí”, hacer de ella lo que tenía que ser y hacer. Esa fue entre otras cosas la obra liberadora de Dios/a en su vida y fue el fruto por excelencia de su camino de discernimiento: ¡APRENDER A VIVIR COMO PERSONA A PESAR DEL MIEDO!!! Veamos algunos rasgos de este aprendizaje.

 

  1. Comencé a temer Por otra parte una grandísima seguridad que era Dios, en especial cuando estaba en la oración… quedaba de allí muy mejorada y con más fortaleza” (V 23,2). Teresa contacta con una Voluntad Absoluta (Dios/a) que la invita a la confianza y que desea que exista enteramente ella misma, en su propia piel y en su alma. Su miedo se va rompiendo poco a poco en este proceso de relación con esa Bondad infinita de Dios-Jesucristo y que la libera de sus miedos. De hecho, el cristianismo es una respuesta específica al miedo que produce guiarse por las propias fuerzas, el temor a hacer opciones y tomar posturas personales, en vez de definirse a partir de las expectativas de los demás, o ¿de qué manera entender Getsemaní?
  2. Me determiné a tratar con una persona espiritual para preguntarle qué era la oración que yo tenía, y que me diese luz, si iba errada, y hacer todo lo que pudiese por no ofender a Dios… Está todo el medio de un alma en tratar con amigos de Dios” (V 23,4). Teresa (la mujer) deposita la confianza en los ‘otros-varones’. Socializada en un sistema patriarcal, donde las mujeres son eternas menores de edad, hacerse cargo y cuidar de sí misma, es la máxima transgresión al orden hegemónico androcéntrico y sexista. Aun así y no sin dolor, va aprendiendo que esta ‘pauta social’ no es incuestionable: “Entendí no eran por los medios que él me daba por donde yo me había de remediar… me maravillo, que siendo persona que tiene gracia particular en llegar almas a Dios, no fue servido entendiese la mía” (V 23,9).
  3. Sin tener persona con quien tratar, porque todos eran contra mí: unos me parecía burlaban de mi… otros avisaban al confesor que se guardase de mí; otros decían que era claro demonio” (V 25,15). En semejante situación, la autoestima de una mujer se tiene que ver afectada. Todo ello supuso para la Santa no sólo esfuerzo y perseverancia, sino una gran inteligencia para aprovechar cualquier oportunidad: “Dijo (Pedro de Alcántara) ser espíritu de Dios muy conocidamente… que en ninguna manera dejase la oración, sino que me esforzase mucho, pues Dios me hacía tan particulares mercedes… En todo me parecía hablaba en él el Espíritu Santo para curar mi alma, según se imprimía en ella” (V 23,16). “Dejóme consolada y esforzada, y el Señor que me ayudó y a él para que entendiese mi condición” (V 23,18). Santa Teresa reclama para sí, una experiencia humana universal, como es el coloquio de la persona con Dios. Sin soledad, sin oración no hay desarrollo de la autoestima. Encontrarse con Dios pasa por la búsqueda del sí misma en las circunstancias concretas, a pesar de la contradicción y el sufrimiento: “Díjome que uno de los mayores trabajos de la tierra era el que había padecido, que es contradicción de buenos, y que todavía me quedaba harto” (V 30,6).
  4. Estándome sola, sin tener una persona con quien descansar, ni podía rezar ni leer… espantada de tanta tribulación y temor de si me había de engañar el demonio… alborotada y fatigada, sin saber qué hacer de mí!... Estuve así cuatro o cinco horas, que consuelo del cielo ni de la tierra no había para mí…” (V 25,17-18). Los demonios pueden representar el conjunto de estados de ánimo que hacen imposible vivir de una manera personal: voces limitadoras y contradictorias, prescripciones y estereotipos de género, prejuicios sexistas y misóginos; todas esas fuerzas desgarran el yo. Y sin embargo, ella no se siente abandonada ni desamparada, antes bien, permanece bajo la especial protección de Dios/a: “Pues estando en esta gran fatiga, solas estas palabras bastaban para quitármela y quietarme del todo: ‘No hayas miedo, hija, que Yo soy y no te desampararé; no temas’… Heme aquí con solas estas palabras sosegada, con fortaleza, con ánimo, con seguridad, con una quietud y luz que en un punto vi mi alma hecha otra, y me parece que con todo el mundo disputara que era Dios… ¡Oh, qué buen Señor y qué poderoso!... Sus palabras son obras. ¡Oh, válgame Dios, y cómo fortalece la fe y se aumenta el amor!” (V 25,17-18). La liberación del miedo no se realiza de manera mágica o mediante una voluntad ética y moral, sino desde el encuentro con un Dios personal y absoluto que cataliza toda su capacidad de confiar y creer. De alguna manera fue comprendiendo que el encuentro con ella misma y el encuentro con Dios constituyen un único y mismo proceso de liberación.
  5. Porque entonces no me sabía entender como ahora, para saberlo decir, que después me lo ha dado Dios que sepa entender y decir las mercedes que Su Majestad me hace, y era menester que hubiese pasado por ello quien del todo me entendiese y declarase lo que era. El me dio grandísima luz” (Vida 30,4). Cuando una persona consigue vencer el miedo, se convierte en una fuente de luz divina para los demás. Nunca vemos a Dios, si no es por la humanidad de otras mujeres y hombres. En esa relacionalidad Teresa aprende a nombrar lo innombrable, hacer visible lo invisible, iluminar lo oculto y negado. Este tiempo que permanece con Dios y con los otros/as que le hacen de espejo, le permiten recuperar su sentido del yo y del alma, pero además la sostienen en sus proyectos, sus relaciones y su vida creativa en el mundo. Entre las personas que le ayudan en su proceso de discernimiento hay también mujeres, por ejemplo su gran amiga de empresa: “Pues como la viuda sierva de Dios… amiga mía… era testigo de mis aflicciones y me consolaba harto, porque era tanta su fe que no podía sino creer que era espíritu de Dios el que todos los más decían era del demonio, y como es persona de harto buen entendimiento y de mucho secreto y a quien el Señor hacía harta merced en la oración, quiso Su Majestad darla luz en lo que los letrados ignoraban. Dábanme licencia mis confesores que descansase con ella” (Vida 30,3).
  6. Es que vivía Dios en mí (V 23,1): Así comienza su relato de ‘NUEVA VIDA’. Ahora su sabiduría está entera, accesible, le otorga fuerza y confianza. Es el modo en que Dios/a se revela como persona en el fondo de ella y en cada uno de sus actos de afirmación como ‘MUJER’ y ‘MISTICA’. Este Dios/a que nos habita y que se hace sentir vivo/a en cada una de nosotras como un fuego inagotable, le hace expresar: “Plega al Señor que no sea yo de éstos, sino que me favorezca Su Majestad para entender por descanso lo que es descanso, y por honra lo que es honra, y por deleite lo que es deleite, y no todo al revés, y ¡una higa para todos los demonios!, que ellos me temerán a mí. No entiendo estos miedos: «¡demonio! ¡demonio!», adonde podemos decir: «¡Dios ¡Dios!», y hacerle temblar. Sí, que ya sabemos que no se puede menear si el Señor no lo permite. ¿Qué es esto? Es sin duda que tengo ya más miedo a los que tan grande le tienen al demonio que a él mismo; porque él no me puede hacer nada, y estotros, en especial si son confesores, inquietan mucho, y he pasado algunos años de tan gran trabajo, que ahora me espanto cómo lo he podido sufrir. ¡Bendito sea el Señor que tan de veras me ha ayudado!” (Vida 25,22).
  7. Tengo por muy cierto que el demonio no engañará -ni lo permitirá Dios- a alma que de ninguna cosa se fía de sí y está fortalecida en la fe” (Vida 25,12). Desde esta experiencia Teresa de Jesús puede dejar que desde su hondura esa sabiduría y poder creativo se manifiesten en su interior y exterior sin temor alguno. Ahora puede pasar del miedo a la autodeterminación: “Tengo por una de las grandes mercedes que me ha hecho el Señor este ánimo que me dio contra los demonios. Porque andar un alma acobardada y temerosa de nada sino de ofender a Dios, es grandísimo inconveniente... no ejecuta Dios como las gentes, que entiende nuestras flaquezas.” (Vida 26,1).

De todo lo anterior se puede colegir una determinada imagen de Dios/a, muy lejana a ese Dios de los varones que acompañaron a Teresa de Jesús en su camino de discernimiento. Voy a terminar con un escrito de una mujer de hoy, en sus palabras veo la imagen del Dios de Teresa y que de alguna manera es la mía:

 

De este silencio van emergiendo en mí nuevo nombre e imágenes del Misterio:

 

  • El DIOS COMPAÑERA y su insobornable complicidad e identificación con los anhelos más hondos de las mujeres, el Dios que “como parturienta jadea y resuella”(Is 42, 14-17) por el alumbramiento de las mujeres libres y plenamente dichosas, que carga con nosotras, nos cuida y amamanta generosamente (Is 66, 9-14), que no le importan las biografías intachables sino la pasión y la autenticidad del amor (Mc 14, 3-11).
  • LA SOPHIA COMPASIVA que nos habita, que es más íntima a nosotras que nosotras mismas, que se ha hecho una en nosotras y con nosotras, que es nuestra hondura misma, que es energía, sabiduría y poder creativo, engendradora de esperanzas y experta en reciclar fracasos, otorgadora de la lucidez de la inteligencia y el corazón (Sab 6, 7-28) y que se mantiene viva en nosotras como un fuego en el corazón que nada ni nadie puede apagar, que no nos resuelve la vida, sino más bien nos la complica, y que nos invita a con otras mujeres a pasar de la resistencia al Empoderamiento y a hacer del mundo una fiesta popular, un banquete inclusivo donde el delantal, la danza y la palabra circulen con libertad entre todas y todas” (Pepa Torres Pérez, Ap CJ en su escrito: “EL DIOS EN QUIEN CREO Y LA EVOLUCION DE MIS IMÁGENES SOBRE ÉL”).
  • Fuente:

http://mujeresyteologia.typepad.com/files/im%C3%A1genes-de-dios-para-vr-pepatorres.pdf.


 

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mié

14

sep

2011

TERESA DE JESÚS NARRADORA: De encuentros en las encrucijadas del propio camino

Por Nancy Olaya Monsalve

 

¿Qué hubiera pasado si en tiempo de Santa Teresa de Jesús, las mujeres contaran con los medios que tenemos ahora para encontrarnos y emprender juntas? ¿O que por lo menos conocieran las ideas y la obra de las que les antecedieron?

 

Hadewijch de Amberes (¿?-1260) mística, poetisa y beguina; Beatriz de Nazaret (1200-2264) monja cisterciense, mística, beguina, amanuense y confeccionista de libros litúrgicos; Margarita Porete (1250-1310) religiosa, mística, escritora y beguina, acusada de hereje y quemada por la inquisición; Christine de Pizan (1364-1430) escritora, poetisa, historiadora e iniciadora del movimiento en defensa de la mujer; Isotta Nogarola (1418-1466) escritora humanista y filósofa del renacimiento, no contrajo matrimonio ni se hizo monja, se recluyó en su casa para dedicarse a sus estudios y la ascesis; Sofonisba Anguissola (1532-1625) destacada pintora italiana del renacimiento, visitada por muchos colegas y varios de ellos aprendían de su técnica, reconocida internacionalmente y respetada como ilustre mujer; Oliva Sabuco (1562-¿?) en su obra, nueva Filosofía de la Naturaleza del Hombre, afirmó la estrecha relación entre la mente y el cuerpo; Maria Le Jars de Gournay (1565-1645) autodidacta, alquimista, escritora y editora, defendió con ahínco los derechos de las mujeres y mantuvo una estrecha amistad con el filósofo Michel de Montaigne; Maddalena Casulana, Martine de Bertereau, Baronesa de Beausoleil, Isabella Cortese… ¡Y otras más y más y más!!! El mero ejercicio de recordarlas nos llena de valor y esperanza. Nuevamente preguntémonos ¿qué hubiese sido de la humanidad si estás mujeres hubieran tenido la oportunidad de encontrarse? ¿o si Santa Teresa de Jesús las hubiera conocido, y tal vez, caminado su lado?

 

La historia, Dios/a, reunió a algunas mujeres alrededor de nuestra Santa: “Ofrecióse una vez, estando con una persona, decirme a mí y a otras que si no seríamos para ser monjas de la manera de las descalzas, que aun posible era poder hacer un monasterio. Yo, como andaba en estos deseos, comencélo a tratar con aquella señora mi compañera viuda que ya he dicho, que tenía el mismo deseo. Ella comenzó a dar trazas para darle renta… concertamos de encomendarlo mucho a Dios” (Vida 32, 2); “Ordenó el Señor que tuviese noticia de mí una beata de nuestra Orden… Habíala el Señor movido el mismo año y mes que a mí para hacer otro monasterio…  y como le puso este deseo, vendió todo lo que tenía y fuese a Roma a traer despacho para ello, a pie y descalzaEn quince días que estuvo conmigo, dimos orden en cómo habíamos de hacer estos monasterios” (Vida 35, 1-2). Algunas mujeres se encuentran por los caminos de la vida, se reconocen, se eligen y sienten que desde siempre fueron del mismo grupo, de la misma tribu. Algo las une, las insta a contemplar y situarse en su contexto de una manera y no de otra; en el caso de Teresa de Jesús y su círculo, deciden hacer algo para mejorar, no solo ellas, sino la humanidad: “De aquí también gané la grandísima pena que me da las muchas almas que se condenan… y los ímpetus grandes de aprovechar almas, que me parece, cierto, a mí que, por librar una sola de tan gravísimos tormentos, pasaría yo muchas muertes muy de buena gana” (Vida 32, 6).

 

Estoy convencida que el arrojo y la valentía de una mujer se labra en compañía con otras. Cabezas, corazones y entrañas se juntan alrededor de “un fuego”, y allí, es ese espacio construido entre todas, es posible que aparezca la consolación, que crezcan las fuerzas y que emerjan ideas y planes alternativos frente a una  realidad que no satisface y que se la siente deshumanizante: “Pensaba qué podría hacer por Dios. Y pensé que lo primero era seguir el llamamiento que Su majestad me había hecho a religión, guardando mi Regla con la mayor perfección que pudiese” (Vida 32, 9). Este es el fuego que mueve a estas mujeres, se reconocen a sí mismas más allá que una simple individualidad, para saberse personas con una tarea colectiva en un mundo afligido, desesperado y descontento. Para mí ese es el sentido de la visión de los infiernos: “Esto no es, pues, nada en comparación del agonizar del alma: un apretamiento, un ahogamiento, una aflicción tan sentible y con tan desesperado y afligido descontento, que yo no sé cómo lo encarecer. Porque decir que es un estarse siempre arrancando el alma, es poco, porque aun parece que otro os acaba la vida; mas aquí el alma misma es la que se despedaza” (Vida 32, 2).

 

Ahora bien ¿cuál fue el planteamiento alternativo de Santa Teresa y su grupo? Quiero resaltar interesadamente tres aspectos, sin pretender desarrollarlos, solo señalar algunas líneas de interpretación:

 

  • Su propuesta hizo posible una situación nueva y alternativa para las mujeres pobres y excluidas de su tiempo, con impacto no solo a nivel religioso, sino también social. El tema ‘con renta’ o ‘sin renta’ se instala allí. Mujeres de cualquier estadio socioeconómico podían ser candidatas: “Pues fue para mí como estar en una gloria ver poner el Santísimo Sacramento y que se remediaron cuatro huérfanas pobres (porque no se tomaban con dote) y grandes siervas de Dios, que esto se pretendió al principio, que entrasen personas que con su ejemplo fuesen fundamento para en que se pudiese el intento que llevábamos, de mucha perfección y oración” (Vida 36, 6). Una no sabe que es peor para el patriarcado de la época ¿qué sean mujeres las emprendedoras? ¿o qué el proyecto altere la ubicación social, cultural y religiosa de muchas de ellas? Veo en estos textos un gran potencial para desvelar ideologías de orden kyriarcal, y por otro lado, fomentar paradigmas desde el horizonte neotestamentario del ‘discipulado de iguales’ que señalan una nueva relacionalidad.
  • La experiencia de Dios, tanto de Teresa de Jesús como la de sus compañeras de causa, les capacitó para permanecer y apoyarse en la convicción de que Dios (Jesús) estaba de su lado: “Y estando en estos términos y siempre con ayuda de muchas oraciones y teniendo comprada ya la casa en buena parte, aunque pequeña... que me había dicho el Señor que entrase como pudiese, que después yo vería lo que Su majestad hacía. ¡Y cuán bien que lo he visto! Y así, aunque veía ser poca la renta, tenía creído el Señor lo había por otros medios de ordenar y favorecernos” (Vida 32, 18). No sobra decir, que se desprende una imagen de Dios que favorece a las/os humildes y defiende a las/os pequeños. Se evidencia igualmente, que la bondad, la perseverancia, la fidelidad y el coraje triunfan sobre la fuerza bruta y/o sobre la tímida resignación de los varones: “Fueron tantos los dichos y el alboroto de mí mismo monasterio, que al Provincial le pareció recio ponerse contra todos, y así mudó el parecer y no la quiso admitir. Dijo que la renta no era segura y que era poca, y que era mucha la contradicción. Y en todo parece tenía razón. Y, en fin, lo dejó y no lo quiso admitir. (Vida 32, 15).
  • Por méritos propios estas mujeres se pusieron al servicio del Evangelio: “Espantábame yo de lo que ponía el demonio contra unas mujercitas y cómo les parecía a todos era gran daño para el lugar solas doce mujeres y la priora” (Vida 36, 19); “¡Oh grandeza de Dios! ¡Y cómo mostráis vuestro poder en dar osadía a una hormiga! ¡Y cómo, Señor mío, no queda por Vos el no hacer grandes obras los que os aman, sino por nuestra cobardía y pusilanimidad!” (Fundaciones 2, 7). Cabezas, corazones y entrañas se juntan alrededor del “fuego del Evangelio”, el mismo que las hizo capaces de construir los propios cimientos de tal manera que se sintieron más sabias, más buenas, más fuertes y más decididas a dar vida, a acoger el misterio, el sufrimiento y el gozo de su causa: “Gran cosa es un enfermo hallar otro herido de aquel mal. Mucho se consuela de ver que no es solo. Mucho se ayudan a padecer y aun a merecer. Excelentes espaldas se hacen ya gente determinada a arriscar mil vidas por Dios y desean que se les ofrezca en qué perderlas. Son como soldados que, por ganar el despojo y hacerse con él ricos, desean que haya guerra” (Vida 34, 16).

 

Estos son apenas betas para futuras profundizaciones. Es una reflexión abierta. Concluyo apoyándome en palabras de la Santa: “Como llegué y di mi descuento a la prelada, aplacóse algo, y todas enviaron al Provincial, y quedóse la causa para delante de él. Y venido, fui a juicio con harto gran contento de ver que padecía algo por el Señor, porque contra Su Majestad ni la Orden no hallaba haber ofendido nada en este caso; antes procuraba aumentarla con todas mis fuerzas, y muriera de buena gana por ello, que todo mi deseo era que se cumpliese con toda perfección. Acordéme del juicio de Cristo y vi cuán nonada era aquél” (Vida 36, 12).

 

SANTA TERESA DE JESÚS ES POSEÍDA POR UN NUEVO PODER, UNA ENERGÍA PURIFICADORA Y RENOVADORA QUE LA ABRE A NUEVAS VÍAS DE COMPROMISO CON LA HUMANIDAD. AHORA ES CAPAZ DE ACTUAR Y RESISTIR

 

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lun

15

ago

2011

TERESA DE JESÚS NARRADORA: De un Dios absolutamente mayor e íntimamente cercano

Por Nancy Olaya Monsalve

 

Después de leer los textos teresianos, vislumbré la posibilidad de aplicar un método semántico en el que fuera importante “las acciones de Dios[1]. Elegí uno ya experimentado por mí[2]. No lo voy a aplicar rigurosamente ni será la misma la orientación; más bien voy a aprovecharme de ciertos elementos que permiten re-conocer la forma como Santa Teresa narra a Dios, “nombra a Dios”. Entre líneas va mi propio correlato, me esforzaré para dejar-la hablar y por otro lado, introducir mis actuales marcos referenciales.


De los textos aconsejados se deduce fácilmente que el Dios narrado por la Santa es “acción”, es “verbo”. Ese Dios se muestra y comunica “haciendo”. Hagamos un primer ejercicio, me detendré en las acciones y en los campos semánticos señalados mediante subrayado y uso de mayúsculas, respectivamente.


En pronunciar esto mucho rato era el Señor servido me quedase en esta niñez imprimido el camino de la VERDAD” (V 1,4); “Quedóme una VERDAD de esta divina Verdad que se me representó, sin saber cómo ni qué, esculpida” (V 40,3); “Fija Dios a sí mismo en lo interior de aquel alma… con tanta firmeza le queda esta VERDAD, que… ni se le olvida ni puede dudar” (5 M 1,9)… etc.

ACCIONES

CAMPO SEMÁNTICO

IMÁGENES METAFÓRICAS[3] DE DIOS

Imprimir- esculpir-fijar

VERDAD

Un Dios fundamentalmente relacional y activo. Un Dios que se unta, toca y se mezcla con el mundo creado, con la humanidad.

 

Es asombroso como la Santa logra separarse del teísmo[4] en la práctica. Sobre la base de su propia experiencia y de su inteligencia intuitiva, va adoptando nuevas posturas e imaginarios: “Ella tenía tan fijada la VERDAD, que no le creyó y preguntólo a otros que le dijeron la verdad” (5 M 1,10). Es decir, logra resignificar de alguna manera los conceptos tradicionales de un Dios distante, señorial, poderoso, excelso e imponente. Me atrevo a decir que las imágenes de Dios en la Santa tienen consecuencias políticas y sicológicas muy importantes, no sólo religiosas. Con su forma de nombrar a Dios desafía las nociones de fe de su época y las de ahí en adelante. Hoy en el discurso oficial y mediático occidental, aún se habla de un dios así, sea para rendirle culto o sea para renegarlo. Y es que es evidente que se ha usado este lenguaje para perpetuar y reforzar mecanismos de opresión y alienación. Si ese es dios, es legítimo que existan en la tierra representantes suyos que actúen de la misma manera.


En contraste con esa imagen de Dios, Santa Teresa está interesada en narrar a un Dios que está en relación cercana con el mundo, con la historia, con su historia. Cuando ella habla, es imposible dejar de imaginarse a Dios que se acerca para tocar, imprimir, esculpir y “dejar huella”…  Podemos inferir mil cosas más, pero digamos ahora algo del Campo Semántico. La Santa se siente y se vive como portadora de VERDAD, no sólo como un “algo” sino sobre todo como un “Alguien”. Con ello se acerca al concepto neotestamentario del vocablo, ya que en última instancia la verdad es una persona: “Jesucristo”. Así mismo, se narra la bondad, belleza y dignidad de las mujeres y de ella misma. En trabajos anteriores se ha desarrollado la idea. Traigamos otro grupo de acciones, al igual que en el anterior y las restantes, se eligen los verbos y algunos de los campos semánticos que los determinan.


Andaba Su Majestad disponiendo para el estado en que se quiso servir... me forzó a que me hiciese FUERZA” (V 3,4); “Era todo haciéndome una FUERZA… me dio ánimo contra mí, de manera que lo puse por obra; (V 4,1); “Poderoso es para todo” (V 4,2); “Hace que resplandezca una virtud que el mismo Señor pone… casi haciéndome FUERZA para que la tenga” (V 4,10); “Hasta que el Señor poco a poco la cría y la hace determinar y da FUERZA de varón” (V 24,8)… etc.

ACCIONES

CAMPO SEMÁNTICO

IMÁGENES METAFÓRICAS DE DIOS

Disponer, forzar, hacer y dar fuerza, dar ánimo, criar.

“FUERZA” o

“PODER”

Un Dios en comunicación viva de sí (fuerza y poder), que actúa desde dentro y habita en lo que crea.

 

Esta imagen de Dios es muy hermosa. Es otra cara de la anterior, en este caso enfatiza la línea de un Dios que “cría” aconteciendo en el interior de la cria-tura, sin ser contenido en ella, pues es por naturaleza diferente y trascendente. Pero debido a su trascendencia, puede estar también inmanentemente presente en todas partes y en grado máximo en las mujeres y en los hombres ¡también en las “mujeres”!!! dijo Teresa de Jesús a un medio letrado (cfr. 5 M 1,10). De hecho, las teologías contemporáneas, entre ellas las de corte feminista, no oponen la idea del Dios trascendente y la del Dios inmanente. Conciben un Dios incognoscible pero al mismo tiempo fundamento de toda existencia y de todo acontecer. Testiga de esto es Teresa de Jesús: “Los que no tenían letras me decían que estaba sólo por gracia. Yo no lo podía creer…  parecíame estar presente... Un gran letrado… me dijo estar presente, y cómo se comunicaba con nosotros” (V 18, 15).


A partir de los verbos que utiliza la Santa nos podemos imaginar un Dios que está dentro, abajo y alrededor como fuente de la existencia. Más todavía, es como una fuerza creadora, amiga y compañera que desde el interior impulsa a ‘ser más’. “Muchas veces he pensado espantada de la gran bondad de Dios, y regaládose mi alma de ver su gran magnificencia y misericordia… Por ruines e imperfectas que fuesen mis obras… las iba mejorando y perfeccionando y dando valor, y los males y pecados luego los escondíaDora las culpas. Hace que resplandezca una virtud que el mismo Señor pone en mí” (V 4, 10). Teresa afirma el Dios del éxodo y de la liberación, que abraza la existencia total de la persona y la abre al interminable potencial de su ser. Hay que decirlo de nuevo, es un Dios que afirma el poder de la mujer, su cuerpo, su racionalidad, su voluntad... Ese poder salvador y sostenedor, está en ella misma y la coloca en dialéctica con los modelos de la dependencia femenina de su época ¡y de la nuestra!!! El Dios que narra la Santa afirma que el “poder” y la “fuerza” de las mujeres no es inferior o no es peligroso, sino digno de confianza y valor.


Voy a cerrar con otro grupo de acciones que se encuentran determinadas por un campo semántico muy complejo. Se me quedan en el tintero campos tan importantes como el de la ORACIÓN.


Decíame el PREMIO que daba el Señor a los que todo lo dejan por Él” (V 3,1); “Quiere Dios –para que más MEREZCAMOS- que el alma sienta aquel espanto hasta comenzarlo a hacer” (V 4,2); “Aún en esta vida lo paga Su Majestad por unas vías que sólo quien goza de ello lo entiende” (Vida 4,2I); “Sea bendito por todo, que he visto claro no dejar sin pagarme, aun en esta vida, ningún deseo bueno” (Vida 4,10)… etc. 

ACCIONES

CAMPO SEMÁNTICO

IMÁGENES METAFÓRICAS DE DIOS

Dar premio, pagar en esta vida.

“PREMIO”, “MÉRITO” o “PAGA”

Un Dios generoso que con su actuar “siempre” levanta, regala y hace acrecentar sin anular la libertad.

 

Para Teresa de Jesús y en consonancia con la tradición neotestamentaria, la recompensa de Dios no es otra cosa que la manifestación de la misericordia y la bondad de Dios: “Cuando  Vos… la tornáis a dar la mano y la levantáis… Aquí es el parecer que todo le viene ancho lo que le dais, ve no merece la tierra que pisa” (V 19,5). Una vez más, su experiencia de Dios le permite resituarse en un marco moral en el que se predica una especie de justicia de obras, a la manera farisaica. Hay muchos textos suyos en los que esto queda claro, un ejemplo: “Fortaleced Vos mi alma y disponedla primero…, y ordenad luego modos cómo haga algo por Vos, que no hay ya quien sufra recibir tanto y no pagar nada… Sed Vos, Bien mío, servido venga algún tiempo en que yo pueda pagar algún cornado de lo mucho que os debo” (V 21,5).


Ahora bien, no quiere decir que ese Dios narrado por Teresa no promueva la libertad y corresponsabilidad. Es obvio que al tratarnos como personas con poderes y potencias, espera una respuesta de nuestra parte, pero no a la manera de ‘causa-efecto’ o ‘tanto-cuánto’. Narra la esencia de un Dios bondad y misericordia sin tasa: “Estas comparaciones (de más o menos servicio) son malas… Y lo mostró bien Su Majestad cuando pagó tanto a los postreros como a los primeros” (V 39,16). Claramente alude a la libertad divina para amar, obrar misericordiosamente y recompensar, de tal manera que, su bondad sobrepasa con mucho la justicia. La teologa Teresa magistralmente elimina cualquier equivalencia entre el obrar humano y el divino.

Desde la experiencia de Teresa de Jesús y la experiencia de las mujeres en general, podemos decir de Dios:


  • Que es una realidad absolutamente relacional por naturaleza. Ser Dios es ‘ser-en-relación’, aunque exista asimetría…
  • Que es una realidad solidaria con lo creatural e histórico. No mora aislada del mundo o en oposición a él, sino en relación recíproca e intimidad, sosteniendo toda vida, toda energía, toda fuerza…
  • Que se revela en el propio ser, como “Alguien” que actúa y ama desde dentro. Así pone en “acto” su trascendencia…
  • Que derrama compasión y que con su ser, “hace ser”…


¡Oh, quién diese voces por él, para decir cuán fiel sois a vuestros amigos! Todas las cosas faltan; Vos Señor de todas ellas, nunca faltáis” (V 25, 17).


¡Oh, qué buen Dios! ¡Oh, qué buen Señor y qué poderoso!… Sus palabras son obras” (V 25, 18).



[1]     La autora es  la Teóloga María Lucía Jiménez de Zitzman. Su trabajo dio lugar a la obra: “La acción soteriológica de Jesucristo en los cuatro evangelios a través de los campos semánticos que la significan”. Pontifica Universidad Javeriana. Ediciones Facultad de Teología. Colección Teología Hoy, N° 43, Bogotá 2003. La finalidad del método es, en palabras de su autora, encontrar el dinamismo de la acción de Dios, expresada especialmente en los verbos y significada a través de los Campos Semánticos.

[2]     Utilice el método en mi monografía para maestría en teología, cuya directora fue la Doctora María Lucía: “LA ACCIÓN SALVÍFICA DE DIOS-JESUCRISTO EN LOS PRIMEROS CUATRO CAPÍTULOS DEL ‘LIBRO DE LA VIDA’ DE SANTA TERESA DE JESÚS”. Pontifica Universidad Javeriana.  Facultad de Teología. Nivel Postgrado, Bogotá 2005.

[3]     Hablamos de metáforas con las cuales relacionamos dos realidades distintas. La metáfora apunta más allá de sí misma.

[4]     Perspectiva que ve a Dios como un monarca en la cumbre. Es un poderoso ser individual que mora en las alturas, rigiendo el cosmos y juzgando la conducta humana. Aunque ama el mundo, no está contaminado por él. Cfr. Elizabeth A. Johnson en “LA BÚSQUEDA DEL DIOS VIVO”. Editorial Sal Terrae, Santander 2008. Pág. 31.

 

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vie

08

jul

2011

TERESA DE JESÚS NARRADORA: De su autotrascendencia y conquista de su propia ‘ALMA’

Por Nancy Olaya Monsalve


En la medida que me sea posible y útil, sin dejar de ser fiel al texto, deseo salirme del círculo hermenéutico desde el cual solemos interpretar las categorías “miseria” y “ruindad” como bajo, flaco, malo, negro, pecador, civil, perdido, ratero, tierra[1]. La razón es obvia, ellas tienen que ver con prejuicios referidos a la naturaleza femenina (más que a la masculina), empequeñeciendo y despojando espiritualmente a las mujeres. Teresa de Jesús hija de su tiempo, se describe a si misma desde este marco discriminador: “Quisiera yo que… me la dieran (licencia) para que muy por menudo y con claridad dijera mis grandes pecados y ruin vida” (V prol, 1). Por lo tanto, me enfocaré desde el aspecto más relacional, dinámico, alternativo y crítico del vocablo, rescatando la narrativa con la que Santa Teresa desafió las visiones de fe y espiritualidad dogmáticas, no-existenciales y estereotipadas de su tiempo.


Pues así comencé, de pasatiempo en pasatiempo, de vanidad en vanidad, de ocasión en ocasión, a meterme tanto en muy grandes ocasiones y andar tan estragada mi alma en muchas vanidades” (V 7,1). En su tiempo como en el tiempo de todas nosotras, la problemática gira en torno a los obstáculos que nos impiden acceder a nuestra ‘alma[2]’, a nuestra capacidad ética y espiritual. Buena parte de lo que determina la historia de cada mujer y que atribuimos a la naturaleza femenina, son condicionamientos culturales, es decir, mandatos y preceptos que deben cumplirse. La Santa vivió en su ‘carne’ el desafío de convertirse en plenamente humana en una sociedad patriarcal, que la disuadía de la autotrascendencia, dicho de otra manera, de la metamorfosis espiritual a la que desde muy temprana edad se sintió llamada (Cf. V 1).


Teresa tiene infinidad de textos en los que se queja y critica este sistema que la ahoga: “Fatígase (el alma) del tiempo en que miró puntos de honra y en el engaño que traía de creer que era honra lo que el mundo llama honra; ve que es grandísima mentira y que todos andamos en ella… pues todo es nada y menos que nada lo que se acaba y no contenta a Dios” (V 20,26); “Ríese de sí (el alma), del tiempo que tenía en algo los dineros y codicia de ellos… Si con ellos se pudiera comprar el bien que ahora veo en mí, tuviéralos en mucho… ¡Oh, si todos diesen en tenerlos por tierra sin provecho, qué concertado andaría el mundo, qué sin tráfagos! ¡Con qué amistad se tratarían todos si faltase interés de honra y de dineros! Tengo para mí se remediaría todo” (V 20,27). Se requiere mucha experimentación, mucha reflexión y mucha oración antes de poder decir todo eso y mucho más. No me detendré en esta línea ya que fue tema de reflexión del primero trabajo, sólo deseo apuntalar esta idea: la narrativa de Santa Teresa trasciende el ámbito meramente personal y temporal. Su proceso de liberación tiene que ver con el nuestro y puede actuar como un prisma en el que podemos ver reflejada nuestra historia y la de cada mujer que conocemos ¿o no? En buena parte, su relato se convierte en una metáfora de la condición humana femenina y de su proceso de renacimiento a una dimensión superior de la propia existencia. La pregunta es ¿cómo consiguió arribar a su alma y adueñársela? ¿Cómo logro desatar su poder espiritual? En los escritos que estamos leyendo se puede deducir algunos de esos aspectos. Dadas las características del trabajo, es posible enunciarlos para posteriores desarrollos.


En un momento de su viaje, la Santa siente que no vivía plenamente o que vivía como a quien se le arrebató la fuerza, el ‘alma’: “Deseaba vivir, que bien entendía que no vivía, sino que peleaba con una sombra de muerte, y no había quien me diese vida, y no la podía yo tomar; y quien me la podía dar tenía razón de no socorrerme, pues tantas veces me había tornado a Sí y yo dejádole” (V 8,12). Qué la ata más ¿sus propios miedos y compulsiones? ¿El contexto represivo y patriarcal en el que vive? ¿La imagen aprendida de un Dios juez y castigador? El viaje de transformación de cada mujer implica exorcizar estereotipos y demonios, inclusive el maestro/padrino internalizado: “El tormento que da topar con un confesor tan cuerdo y poco experimentado, que no hay cosa que tenga por segura… luego es todo condenado a demonio o melancolía… Mas la pobre alma que anda con el mismo temor y va al confesor como a juez, y ése la condena, no puede dejar de recibir tan gran tormento y turbación… aunque Su Majestad les hace merced… como es cosa que pasa de presto y el acuerdo de los pecados… viene este tormento… es cosa casi insufrible” (6ªM 1,8).


Es hermoso percibir en esta mujer un proceso sumamente importante; poco a poco como el ave fénix, va accediendo a la madurez espiritual y va pasando de una fe heredada a una fe propia: “Este fue el más terrible engaño… comencé a temer de tener oración… y parecíame era mejor andar como los muchos… y rezar lo que estaba obligada y vocalmente, que no tener oración mental y tanto trato con Dios” (V 7,1). Podemos reconocer en la anterior máxima, siglos de dualismo y de misoginia que han desposeído moral y espiritualmente a las mujeres, pero aún desde su culpa y vergüenza para “tornarme a llegar a Dios” (V 7,1) es capaz de levantarse y proclamar: “Por estar arrimada a esta fuerte columna de la oración, pasé este mar tempestuoso casi veinte años… veo claro la gran misericordia que el Señor hizo conmigo” (V 8,2). Es otra postura, es otra imagen de humanidad femenina, es otra imagen de Dios la que va construyendo en su viaje a partir de su experiencia de Dios: “¡Qué señorío tiene un alma que el Señor llega aquí, que lo mire todo sin estar enredada en ello!... ¡Querría dar voces para dar a entender qué engañados están… Tiénenla por poco humilde y que quiere enseñar a de quien había de aprender, en especial si es mujer. Aquí es el condenar -y con razón-, porque no saben el ímpetu que la mueve” (V 20,25). A esta altura de su viaje, podemos decir que es dueña de su ‘alma’, de su capacidad espiritual y por lo tanto puede decirnos: “Cuando así os hallarais, atajad el pensamiento de vuestra miseria lo más que pudiereis, y ponedle en la misericordia de Dios y en lo que nos ama y padeció por nosotros. Y si es tentación... Harto será si conocéis es tentación” (CP 39,3). En un entorno masculino, atreverse a discernir y situarse de esta manera es don de Dios, es gracia que la capacita para decirse a sí y decir de Dios de ‘otra manera’.


En este orden de ideas, me parece importante reflexionar sobre el proceso mismo, sus etapas... quisiera hacer el ejercicio desde un apoyo bibliográfico distinto y más afín al enfoque y las claves de lectura que he elegido[3]. Tuve cuidado de no tomar pautas que reproducen patrones masculinos, es el caso de Freud, Erikson u otros que pretenden colocar como norma universal, procesos y experiencias de varones. Kierkegaard, escribe Madonna Kolbenschlag, propone una guía de tres ritmos y modos de empoderamiento espiritual que puede hacer sentido para las mujeres hoy: plano estético, plano, plano ético y plano religioso. Esta fuente hace de línea maestra de esta parte de mi reflexión.


(1)   La EXISTENCIA ESTÉTICA está marcada por la inmediatez, por la sucesión de momentos sin proyecto, sin decisión de ser alguien. Estas mujeres delegan el poder sobre sí mismas a algo o alguien exterior. Generalmente son chicas de 15 años en adelante, quienes han renunciado a sus ‘sueños y deseos de pequeñas’ (Cf. V 1) para ‘adaptarse a la formula’, esto es, a la creciente dependencia afectiva y emocional, a la necesidad imperiosa de la aceptación y aprobación de los ‘otros’. La joven Teresa no es la excepción de la regla, ella como toda chica de su edad busca a toda costa ser deseable y cumplir las expectativas: “Si no tenía libro nuevo (de caballerías[4]), no me parece tenía contento” (V 2,1); “Comencé a traer galas y a desear contentar en parecer bien… en todas las cosas que les daba contento los sustentaba plática y oía sucesos de sus aficiones y niñerías” (V 2,2); “Con ella era mi conversación y pláticas, porque me ayudaba a todas las cosas de pasatiempos que yo quería” (V 2,3). Con su vida religiosa sucede exactamente lo mismo: “Pues ya andaba mi alma cansada y, aunque quería, no le dejaban descansar las ruines costumbres que tenía” (V 9,1)…


(2)   La EXISTENCIA ÉTICA se basa en la confianza en el propio poder de decisión, en la propia capacidad de obrar rectamente y en una relativa autosuficiencia para realizar el proyecto de vida. La persona ética está en constante dinamismo, pasa de una etapa a otra y se sitúa a la orilla de la trascendencia: “Verdad es que en estos años hubo muchos meses, y creo alguna vez año, que me guardaba de ofender al Señor y me daba mucho a la oración y hacía algunas y hartas diligencias para no le venir a ofender... Ratos grandes de oración pocos días se pasaban sin tenerlos, si no era estar muy mala o muy ocupada” (V 8,3); “Suplicaba al Señor me ayudase; mas debía faltar de no poner en todo la confianza en Su Majestad y perderla de todo punto de mí. Buscaba remedio; hacía diligencias; mas no debía entender que todo aprovecha poco si, quitada de todo punto la confianza de nosotros, no la ponemos en Dios” (V 8,12)…


(3)   La EXISTENCIA RELIGIOSA o existencia espiritual, acontece cuando la persona abandona su seguridad en sí misma. La autosuficiencia se convierte en autotrascendencia. El centro se desplaza hacia Dios en una actitud humilde y arrepentida. Se abre una nueva dimensión y se produce un ahondamiento de la propia interioridad como don no merecido, que afecta la raíz misma de la condición humana (femenina): “Se va ya está alma subiendo de su miseria” (V 14,5); “Represéntase aquí nuestra miseria, y muy claro el gran poder de Dios” (V 17,6); “Se entiende claro un dilatamiento o ensanchamiento en el alma, a manera de como si el agua que mana de una fuente no tuviese corriente, sino que la misma fuente estuviese labrada de una cosa… que la habilita y va disponiendo para que quepa todo en ella” (4ªM 3,9)…


Hago mía la pregunta de Madonna: ¿Aún estamos ancladas las mujeres en el primer plano de la existencia? Es una cuestión crítica que amerita una respuesta no simplista ni sublimada. Santa Teresa alcanzó una existencia religiosa después de atravesar pacientemente la fase ética de su vida. La primera parte de este escrito quiso esbozar este aspecto tan fuerte y nuclear en la experiencia humana de la Santa. Con demasiada frecuencia las mujeres somos impulsadas a vivir prematuramente la religiosidad sin haber abandonado la etapa heterónoma o estética, sin haber iniciado una existencia ética y por lo tanto, sin acceder auténticamente a su capacidad espiritual que nos fue dada: ‘El Alma’. Pero la tenemos a ella, nuestra maestra…



[1]     Cfr. Juan Luis Astigarraga, con colaboración de Agustí Borrell. “Concordancias de los escritos de Santa Teresa de Jesús”. Volumen II. Editoriales O.C.D. Roma 2000. Página 1653 y página 2405 respectivamente.

[2]     Este campo semántico es uno de los más grandes en sus escritos. Tiene 2042 apariciones, sin contar las locuciones afines: ánima, espíritu y corazón. Cfr. Ibíd. Juan Luis Astigarraga, Volumen I. página 97.

[3]     Tomo como referente a Madonna Kolbenschlag en “ADIOS, BELLA DURMIENTE, Critica de los mitos femeninos”. Editorial Kairós, Barcelona 1993, página 50 a la 57. Me hubiera gustado usar el libro de Maureen Murdock “EL VIAJE HEROICO DE LA MUJER, Etapas y claves del proceso femenino”, pero aún lo estoy trabajando o mejor, viviendo.

[4]     Los libros de caballería fueron herramientas de socialización basados en determinismos de los roles sociales de la época. Hoy contamos con las novelas de televisión, las revistas populares entre las jóvenes, el cine…

 

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sáb

30

abr

2011

Teresa de Jesús, narradora de sí misma, mujer de deseos

TERESA DE JESÚS NARRADORA:

De sí misma, MUJER DE DESEOS, huella de Dios/a en ella

Por Nancy Olaya Monsalve


Es un tema apasionante y profundo. Introducirse en él sin un foco sería como zambullirse en un gran océano con el peligro de perderse. Por ello, al igual que en el anterior trabajo, quiero abordarlo desde una clave de lectura, me fue fácil encontrarla. Desde muy joven tengo la certeza de que mis deseos más profundos y auténticos son los deseos de Dios/a sobre mí, sin ninguna duda puedo decir que comparto con Teresa de Jesús, esta intuición, que además tiene una profunda veta bíblica como se señalará con algunos ejemplos.


Estamos ante un campo semántico típico en la Santa. En sus escritos aparece este sustantivo 484 veces, además de las 575 conjugaciones del verbo desear y las 9 adjetivaciones[1]. ¿Por qué traigo este tecnicismo? Pienso que bien se puede enfocar la antropología teresiana desde este campo y sobre todo, ponerlo en dialogo con algunos elementos antropológicos actuales. Eso es lo que voy a hacer en esta reflexión. ¡Ojalá no me pierda en este mar!!!


El ser humano es, entre otras cosas, un nudo de aspiraciones, ansias, sed, anhelos y/o deseos. Esta pulsión es intrínseca a su esencia y lo hunde en una permanente sensación de que hay algo más, que aún no está acabada/o y que su destino es una especie de necesidad radical de Algo o Alguien que le permita alcanzar la plenitud. Es lo que experimentó Teresa: “¡Para siempre, siempre, siempre! En pronunciar esto mucho rato era el Señor servido me quedase en esta niñez imprimido el camino de la verdad” (V 1,4). Creo que las niñas y los niños son los mejores testigos de esta presencia connatural y positiva del deseo: “¡Dios, Dios!!!” repetía yo en mi niñez con mis hermanas y hermanos; recuerdo que nos embargaba un sentimiento profundo de respeto, admiración, afecto y reverencia por una realidad que presentíamos y que al mismo tiempo deseábamos. Ella lo dice de esta manera: “Parecíame compraban muy barato el ir a gozar de Dios y deseaba yo mucho morir así… gozar tan en breve de los grandes bienes que leía haber en el cielo…” (V 1,4).


Como dinamismo humano, el deseo puede mover hacia adelante, pero también puede bloquear, dependerá hacía donde se dirija la mirada: “Fatígame ahora ver y pensar en que estuvo el no haber estado entera en los buenos deseos” (V 1,7). ¿Hacia dónde miraba Teresa? ¿Qué o Quienes constelaban sus intereses, inclinaciones y/o deseos? “Comencé a entender las gracias de naturaleza que el Señor me había dado, que según decían eran muchas, cuando por ellas le había de dar gracias, de todas me comencé a ayudar para ofenderle” (V 1,8). Recordemos que escribe desde su madurez espiritual, sin embargo es innegable que participa de una antropología dualista y machista, es decir, que separa y estigmatiza con signo negativo todo lo relacionado al cuerpo y psiquismo de las mujeres. Sin embargo, en su viaje espiritual encontró la forma de resituar estas fuerzas y realizar en su humanidad, cuerpo y deseos, la semejanza de Dios: Traía un desasosiego, que en ocho días -y aun creo menos- estaba muy más contenta que en casa de mi padre. Todas lo estaban conmigo, porque en esto me daba el Señor gracia, en dar contento adondequiera que estuviese, y así era muy querida... Aun con todo esto no me dejaba el demonio de tentar... presto se acabó, y comenzó mi alma a tornarse a acostumbrar en el bien de mi primera edad y vi la gran merced que hace Dios a quien pone en compañía de buenos” (V 2,8). Encontramos un rasgo corporal-relacional en la antropología teresiana. El anhelo y el deseo hacen que la persona siga adelante, siga buscando y encuentre en el camino, otras personas, otras mujeres de deseos, buscadoras y testigas entusiasmadas de lo que tanto ansiaban.


En el trabajo anterior señalé que Teresa de Jesús desde su narrativa y magisterio, reivindica todo el ser femenino en su propia persona, en la de sus hermanas y por ende en todas nosotras; después de leer los textos que nos ocupan, percibo en esta mujer una creciente apropiación de su corporeidad como lugar desde el cual expresa su interioridad. Su autobiografía es memoria viva no sólo de su alma, sino de su cuerpo, espacio de vida y muerte, de frustración y posibilidad, pecado y gracia: “Es tan grande la gloria y descanso del alma, que muy conocidamente aquel gozo y deleite participa de él el cuerpo; y esto muy conocidamente” (V 13,14). Experimenta que su cuerpo o materia humana, está abierta a lo síquico y espiritual y de alguna manera, se sustrae de la antropología vigente y se narra holísticamente. Teresa de Jesús recupera su cuerpo como lugar soteriológico, en él se hacen historia sus anhelos y deseos más íntimos, pero además, en él se manifiesta el Reino, la Gracia: “Y algunas (veces el arrobamiento me llevaba) todo el cuerpo, hasta levantarle... no parece se contenta (Dios) con llevarle tan de veras el alma a Sí, sino que quiere el cuerpo” (V 20, 4.7). La narración de su cuerpo es otra línea de la antropología teresiana muy importante y la coloca en afinidad con las antropologías actuales, especialmente las de enfoque de género y las feministas, pero sobre todo con la antropología unitaria típica de la biblia. En los evangelios, por ejemplo, Jesús entra en relación con el ser humano explícita y visiblemente a través de los cuerpos.


De acuerdo con lo anterior, admito que todo el dinamismo en la persona tiene una base corporal a manera de precondición[2]. Para Teresa tanto el cuerpo como la psiquis son lugares teológicos: “Me acuerdo las buenas inclinaciones que el Señor me había dado y cuán mal supe aprovechar de ellas” (V 1,3). Dios actúa a través del cuerpo, las inclinaciones o los deseos, sin destruir la naturaleza humana: “Como viese la mujer que el árbol era bueno para comer, apetecible a la vida y excelente para lograr sabiduría, tomó de su fruto y comió” (Gn 3,6). ¿Cómo interpretar este texto desde la perspectiva teresiana? ¿Dios tiene celos de la mujer? Es el mismo deseo de Teresa, ella como Eva es MUJER DESEOSA de inteligencia y de conocimiento[3] para comprender lo que vive y para poder narrar-se. Bien se puede distinguir en su autobiografía el camino de discernimiento de sus deseos como lenguaje del espíritu: “Tener gran confianza, porque conviene mucho no apocar los deseos” (V 13,2); “El demonio hace mucho daño… con hacerlos entender mal de la humildad, haciendo que nos parezca soberbia tener grandes deseos” (V 13,4) ¡Sobre todo si somos mujeres!!! Teresa aprende a entablar un diálogo con estas fuerzas elementales y primordiales, descubre en ellas claves esenciales para conocerse y auto-determinarse. Sus deseos e inclinaciones la colocan en contacto con sus posibilidades y lo más importante, le permiten acceder a su alma: “Bien veo yo que en el servir a Dios no he comenzado -aunque en hacerme Su Majestad mercedes es como a muchos buenos- y que estoy hecha una imperfección, si no es en los deseos y en amar, que en esto bien veo me ha favorecido el Señor para que le pueda en algo servir” (V 30,17).


Los deseos le ayudan a descubrir que es ser persona, que es SER MUJER HUMANA. En efecto, ¿cómo es posible conocer nuestro destino sin haber averiguado antes de qué somos capaces? “No hallo yo cosa con que comparar la gran hermosura de un alma y la gran capacidad; y verdaderamente apenas deben llegar nuestros entendimientos, por agudos que fuesen, a comprenderla, así como no pueden llegar a considerar a Dios, pues El mismo dice que nos crió a su imagen y semejanza (1M 1,1). Teresa siente la necesidad de liberar su verdadera naturaleza. Se aparta del camino de tantas mujeres que no ven o no comprenden o no perciben sus deseos interiores o, viéndolos y comprendiéndolos, sus acciones no concuerdan con ellos. Claro está, esta actitud, esta postura existencial es la consecuencia de unas pautas de crianza en las cuales se le impone a la chica un abanico reducido de deseos “permitidos”. Le darán muñecas, cocinitas, recibirá más mimos, se le exige que no ensucie sus vestidos… y si pide un balón o un juego de construcción, le convencerán de que “prefiera” otra cosa. Somos muchas y muchos los que pensamos que Teresa elige el convento para desafiar estos estereotipos y la norma patriarcal. Quiere hacer de su cuerpo y sus deseos otra cosa diferente a lo impuesto: “No se fatiguen, esperen en el Señor, que lo que ahora tienen en deseos Su Majestad hará que lleguen a tenerlos por obra” (V 31,18).


Teresa nos enseña que la magnitud de humanidad lograda por cada persona, se corresponde directamente a la medida, hondura y valor de los deseos que persigue. En ella, el objeto final de todas sus “inclinaciones” o de todos sus “deseos” fue Dios mismo, quien desde el interior la invitó, apremió y acosó de tal manera que, nunca más pudo encontrar reposo hasta el encuentro definitivo con Él: “Mueve un deseo sabroso de gozar el alma de Él (Esposo)” (6M 2,8).



[1]        Cfr Juan Luis Astigarraga, con colaboración de Agustí Borrell. “Concordancias de los escritos de Santa Teresa de Jesús”. Volumen I. Editoriales O.C.D. Roma 2000. Páginas 762, 753 y 768 respectivamente.

[2]        Cfr. Ana Gimeno-Bayón. “Comprendiendo cómo somos. Dimensiones de la personalidad” Editorial Desclée De Brouwer. 4° Edición. Bilbao 1999, pág. 95.

[3]      Estos textos no se prestan ya a ser interpretados como negativos o malos a priori y mucho menos desde el punto de vista de la mujer. La importancia del deseo y de la sensorialidad humana en el desarrollo de la ética que acompaña al aprendizaje de las relaciones y de la adaptación a la realidad, como muestra la sicología, apoya su positividad radical y primigenia. Sin el deseo y sin el desarrollo de la sensorialidad corporal no existe humanización”. De Mercedes Navarro Puerto en “CUERPOS DE MUJERES EN LA BIBLIA, cuerpos invisibles, cuerpos necesarios”. Colección Biblia Mujer, Exégesis y Psicología. Primera Edición, Enero 2002 con el permiso de la Editorial Verbo Divino de España. Pág. 16

 

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vie

29

abr

2011

Teresa de Jesús narradora de la bondad y el poder de las mujeres sujetas activas en la historia

Por Nancy Olaya Monsalve

 

Atendiendo a las orientaciones para este trabajo, quiero elaborar mi síntesis desde “la clave” señalada en el subtítulo. Espero me permita articular las ideas de mayor resonancia y comunicar las reflexiones que generaron. Intentaré ser fiel al texto teresiano y al mismo tiempo situarme desde mi propia experiencia, es decir, lo que se dice tiene un fuerte sustrato de vivencia personal aunque no se narre de esta forma.


Comienzo diciendo que Teresa participa indudablemente del imaginario de lo femenino de su época, es decir, una visión profundamente sexista. Ella es sexista, machista y misógina como cada una/o de sus contemporáneos, ni más ni menos. Expresiones como: “no somos tan fáciles de conocer” (Cta. 131, 7); “para mujeres es más malo” (V 12,7); “en fin, mujer, y no buena” (V 18,4); “es menester tiento, en especial con mujeres… porque es mucha nuestra flaqueza” (V 23,13); “es muy de mujeres y no querría lo parecieseis en nada” (CE 11,8; CV 7,8); etc., denotan esta implicación y enraizamiento cultural ¡no pudo ser de otra forma! Ahora bien ¿cómo se CONVIERTEen narradora de la bondad, la dignidad, el poder y la autoridad propias y de las otras mujeres? Es lo que intento responderme.


Mi suposición es que cuando Teresa de Jesús piensa, narra, y en ello, encuentra sentido a su experiencia, rebasó el ámbito de lo dado, lo reglado y dejó emerger desde su propia vivencia, aquella otra realidad “veraz y buena” aunque no narrada y/o asumida oficialmente. En este proceso se encuentra a sí misma con una vida propia, con su DON: “No hallo yo cosa con que comparar la gran hermosura de un alma y la gran capacidad… El mismo dice que nos crió a su imagen y semejanza… para que apenas podamos entender la gran dignidad y hermosura del ánima” (1M 1,1). El crecimiento de la propia interioridad permite contactar con el poder y la bondad interior y empuja a situarse como genuina sujeta de la historia. ¡Qué distinto este lenguaje del señalado en el párrafo anterior!


Ahora bien, no es mi propósito desarrollar lo referente a su estrategia retórica y las herramientas que le permitieron expresar sus ideas sin enfrentarse directamente a las autoridades eclesiásticas o situarse como una amenaza para ellas. Más bien, deseo señalar que la narración de la propia experiencia, rehabilita a las mujeres[1]. La Santa, en situación de subordinación y censura, encontró en este recurso, una forma de recuperar su vida e impactar la de las/os demás. La narración de su experiencia fue su arma y autoridad: “Así que vuestra merced, hasta que halle quien tenga más experiencia que yo y lo sepa mejor, estése en esto” (V 22,13). Mediante la “autobiografía” se pudo liberar de los conceptos estrechos y prejuiciados de los varones y mujeres de su época. 

 

No solo se desembaraza de estas concepciones, sino que además se singulariza e individualiza, reivindicando su propia experiencia: “Son letrados y espirituales, y saben lo que dicen, y por muchos caminos y vías lleva Dios a las almas. Cómo ha llevado la mía quiero yo ahora decir… diré lo que me acaeció” (V 22,2). Como otras mujeres, también recurre al discurso místico, aceptado en la cultura patriarcal por su carácter interno y sicológico[2] y de esta manera, enfatiza continuamente que sus opiniones están fundamentadas en su experiencia y que no posee ningún interés intelectual: “… importan mucho los avisos que he dado, me he alargado tanto. Y habránlos escrito en otras partes muy mejor, yo lo confieso, y que con harta confusión y vergüenza lo he escrito, aunque no tanta como había de tener. Sea el Señor bendito por todo, que a una como yo quiere y consiente hable en cosas suyas, tales y tan subidas” (V 12,7).


De acuerdo a todo lo anterior, Teresa de Jesús comparte el LUGAR TEOLÓGICO de la teología feminista, en cuanto que ésta, reflexiona sobre la experiencia de las mujeres. En una época en la que las vivencias femeninas son ridiculizadas, despreciadas y satanizadas, la Santa hace teología y anuncia un ROSTRO DE DIOS desde su sensibilidad de mujer. Se resitúa frente a la cultura patriarcal contestando el sexismo con el acercamiento a sí misma y a las demás como “buenas”, dignas de consideración y reconocimiento. Veamos solo unos cuantos rasgos de ese rostro de Dios:


  • Es un Dios incluyente: “Porque creo hay pocos que hayan llegado a la experiencia de tantas cosas… hay muchas más (mujeres) que hombres a quien el Señor hace estas mercedes, y esto oí al santo Fray Pedro de Alcántara (y también lo he visto yo), que decía aprovechaban mucho más en este camino que hombres, y daba de ello excelentes razones… todas en favor de las mujeres (V 40,8).
  • Un Dios compasivo: “No pongáis, Criador mío, tan precioso licor en vaso tan quebrado, pues habéis ya visto de otras veces que le torno a derramar… ¿Cómo dais la fuerza de esta ciudad y llaves de la fortaleza de ella a tan cobarde alcaide, que al primer combate de los enemigos los deja entrar dentro? No sea tanto el amor, oh Rey eterno, que pongáis en aventura joyas tan preciosas” (V 18,4).
  • Un Dios liberador: “… ni aborrecisteis, Señor… las mujeres, antes las favorecisteis siempre con mucha piedad y hallasteis en ellas tanto amor y más fe que en los hombres... ¿No basta, Señor, que nos tiene el mundo acorraladas… que no hagamos cosa que valga nada por Vos en público, ni osemos hablar algunas verdades que lloramos en secreto, sino que no nos habíais de oír petición tan justa? No lo creo yo… que sois juez justo y no como los jueces del mundo, que como son hijos de Adán y, en fin, todos varones, no hay virtud de mujer que no tengan por sospechosa. Si, que algún día ha de haber, Rey mío, que se conozcan todos… veo los tiempos de manera que no es razón desechar ánimos virtuosos y fuertes, aunque sean de mujeres” (CE 4,1; CV 3,7).


Teresa experimenta la deshumanización en la que ha sido sumida la mujer, se hace consciente, reflexiona, analiza y deja emerger en su narrativa el sentimiento de indignación y resistencia: “Y si es mujer, se aflige del atamiento que le hace su natural porque no puede hacer esto, y ha gran envidia a los que tienen libertad para dar voces, publicando quién es este gran Dios de las Caballerías (6M 6,3); “Llegada un alma aquí, no es sólo deseos los que tiene por Dios, su Majestad la da fuerzas para ponerlos por obra…. Ordenad Vos, Señor, como fuereis servido… mujeres eran otras y han hecho cosas heroicas por amor de Vos. Yo no soy para más de parlar… Todo se va en palabras y deseos cuanto he de servir, y aun para esto no tengo libertad, porque por ventura faltara en todo (V 21,5); “Ahora, pues, tornando a los que quieren beber de esta agua de vida… digo que importa mucho, y el todo… una grande y muy determinada determinación de no parar hasta llegar a ellamurmure quien murmurare… como muchas veces acaece con decirnos: «hay peligros», «fulana por aquí se perdió», «el otro se engañó», «el otro, que rezaba cayó», «dañan la virtud», «no es para mujeres, que les podrán venir ilusiones», «mejor será que hilen», «no han menester esas delicadeces», «basta el Paternóster y Avemaría»” (CE 35,2; CV 21,2).

 

En estos textos y otros muchos, Teresa deja al descubierto la degradación del ser de las mujeres en contradicción con el poder creativo, la dignidad y la bondad que existe en ella y por lo tanto en todas las mujeres. Cuando exalta a sus monjas o a las mujeres que conoce, se exalta a sí misma. Conoce la capacidad femenina: “Mi padre, cuando quisiere que le sirvamos en estas casas, denos buenos talentos y verá cómo no nos desconcertaremos por la dote. Cuando esto no hay, no puedo hacer servicio en nada” (Cta. 131, 7); solicita que se les trate como persona: “Y en esto hablo como quien le cuesta harto trabajo no le tener algunas personas con quien he tratado mi oración… se han divulgado cosas que estuvieran bien secretas -pues no son para todos- y parecía las publicaba yo (V 23,13); y apela a la fuerza que existe en cada una de ellas: Dejaos de temores, adonde no hay qué temer. Si alguno os los pusiere, declaradle con humildad el camino. Decid que Regla tenéis que os manda orar sin cesar y que la habéis de guardar. Si os dijeren que sea vocalmente, apurad si ha de estar el entendimiento y corazón en lo que decís” (CE 36,5-6; CV 21,9-10).


Teresa se une al elenco de mujeres de todos los tiempos que han rechazado por diferentes medios y de forma creativa, el sexismo de los modelos tradicionales sobre la identidad femenina. Como ellas, la Santa arriesgó nuevas interpretaciones y nuevas narraciones sobre el ser de la mujer. Su CONVERSIÓN consistió entre otras cosas, en la conexión con la bondad, el poder y la capacidad en sí misma y en las demás, transformándose para bien de todas nosotras, en NARRADORA DE LA BONDAD Y EL PODER DE LAS MUJERES COMO SUJETAS ACTIVAS EN LA HISTORIA.



[1]     Estoy convencida de la importancia de narrarnos. Coincido con pensadoras como Marcela Lagarde que dice: “La biografía, es un fenómeno que surge con la modernidad cuando aparecen las individualidades y cuando se empieza a pensar la propia vida. Los primeros que fueron biografiados fueron los hombres porque fueron los primeros individuos. En las mujeres contemporáneas todavía no tenemos conciencia de la necesidad biográfica. Hacer la biografía quiere decir historizar nuestra vida, dejar de vivirla como algo natural”. Sacado de su libro: CLAVES FEMINISTAS PARA EL PODERÍO Y LA AUTONOMÍA DE LAS MUJERES.

[2]     Cfr. Joan F. Cammarata, en “El discurso femenino de Santa Teresa de Ávila, defensora de la mujer renacentista”. Localización: Actas Irvine-92: [Actas de XI Congreso de la Asociación Internacional de Hispanistas]. Texto completo (pdf), Pág. 1

 

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